1.
Un
zumbido en los oídos hace que me despierte cuando aún está oscuro. Me levanto
con cuidado tanteando la cama y las paredes hasta dar con el interruptor. Luego
la habitación se ilumina levemente con la luz ámbar de las lámparas sobre la
cabecera.
2. Me
asomo por la ventana y veo caer un rayo, cuento los segundos que tardo en escuchar
el sonido del trueno y calculo cuánto tiempo le tomará a la tormenta llegar
hasta este motel.
3. Volteo
a ver la cama, las dos negras siguen ahí dormidas, aún perfumadas en whisky. El
color de su piel y las sábanas, forman una especie de yin yang surrealista que
no carece de belleza. Seguro que aún quedan restos de cocaína en los hoyuelos
de sus caderas.
4. Ayer
crucé la frontera. Por la noche, iluminadas con los pálidos destellos del
televisor, estas dos mujeres hicieron realidad mis postergadas fantasías, hasta
el punto en que dije con sinceridad que ya podía morir en paz.
5. Miro
nuevamente por la ventana. La tormenta ha llegado, pero las gotas de lluvia se
evaporan antes de tocar la arena del desierto. El sonido de los truenos aumenta
su intensidad conforme los rayos se clavan en la Tierra. El golpeteo rítmico
del viento sobre la ventana me recuerda el galope de los caballos. Pienso en
los jinetes que vienen en camino y tarareo una canción que ambientaría
perfectamente este momento.
6.
El
amanecer es más bien una muralla de fuego sobre el horizonte, que arrasa todo a
su paso conforme cae cada segundo y una mancha carmesí se extiende entre las
nubes como la sangre de un suicida en la tina de baño. Aire, agua, tierra y
fuego. Los cuatro elementos reunidos mirándonos hacia abajo, contemplando
nuestro final.
7. Tocan
a la puerta una vez, no creo que sea el encargado del motel, ni el chulo de las
negras. Las chicas se estremecen y se envuelven en las sábanas buscando
protegerse. Un horror ancestral encerrado en su inconsciente les ha sido
revelado en sus sueños.
8. Al
segundo golpe en la puerta recuerdo cómo se reflejaba mi verdadero rostro en
los ojos negros de mi esposa. Entonces me alegro de que la profecía se haya cumplido, para morir sin
remordimientos.
9. Al
tercer golpe dibujo una cruz invertida en la ventana, en un acto patético de
falsa rebeldía. No puedo evitar sonreir .
10.
Al
cuarto golpe apunto a mi sien con mi dedo índice y jalo un gatillo imaginario
mientras pienso que también hubiera sido bueno comprar un arma y no darle esta satisfacción
al Universo.
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